miércoles, 31 de agosto de 2011

Roger García Clavo / Perú


Roger García Clavo (Amazonas, Camporredondo, 1979). Licenciado en Educación en Lengua y Literatura, por la Universidad Enrique Guzmán y Valle - La Cantuta. Ha publicado los poemarios Marea Celeste (2004), Camino de Serpiente (2006), Poemas encontrados (2010) y la plaqueta Piel de Madero (2006). Ha sido antologado  en Mural de Palabras. Cuentos,  por EDUCAP, 2009. Es docente del I.E.P. Liceo Santo Domingo de Comas. Es miembro del Gremio de Escritores del Perú. roger_elrio@hotmail.com


Te hice Luna

Amaba la tarde
cuando creaba la oscuridad
para arañar la luz de algunos miedos,
hasta hacerlos infinitamente míos.
Llorábamos como el cielo
en noches de luna,
bañados de Tres Marías
o con juegos de escondidas.
Cómo nos prohibían separarnos
de nuestras madres
o de  aquellos cipreses
que nunca fueron cementerio.
Cuántas oscuridades en Chonta,
cuántas distracciones en las lomas
hasta soñar con un beso eterno.
Cuánto amaba que el sol se duerma
para hacerte luna.


 Rosa
 Rosa
Amor
No permitas ser solo rosa
o simplemente vientre,
que en la eternidad ahogas el enigma
de brazos ignotos cuando te lloran.
No permitas la dejadez de las hojas
cuando sólo eres útil en la alabanza
o en el abismo de la estupidez
de el me quiere - no me quiere.
Rosa  se la luna vidente
entre  jardines de mujeres
que tienen razones para llorar.
Sé también la espina
cuando de tu frente hagan sangre el sudor
y el pensamiento
o en tal caso el hijo desobedezca.
Rosa
Amor
no seas la entrega débil
de tu color al sol,
sé como la lluvia clara y tormentosa
cuando decides ser coraje en el hambre.
No abras simplemente el pétalo
para ser fruto o carne
sino para ser Madre o Mujer
Dios u Hombre.
Rosa / Amor
No permitas ser solo rosa
entre los picaflores
o en los jardines que te ahogan.
Se siempre la flor que perdure
En la Rosa o el Amor
En tu Nombre o en el Camino


        Habla el tiempo

        Cuando en el campo
        el sol es severo
         y la lluvia rompe los terrenos
         las palabras enmudecen
         entre las hojas
         de nuestras lenguas


         Lágrimas de puquio

         De borde a borde
         unos gusanitos por el pozo
         se estiraban por el hambre
         hasta un no sé infelizmente
         por el fuego de la madera o de la carne.
        Cuántas sombras blancas
        cuántos espantosos sapos
        duendes
        hasta mamayayas
        habrán envejecido
        con el llanto del puquio
        o con la mirada de nuestros abuelos
        que ahora se alunan en un madero
        en forma de cruz en el cementerio
        Cuando llora el puquio
        envejece el sol entre las plantas
        que se chalean por la siembra
        entre la sangre y el camino
        entre el equívoco del tal vez sea yo
        en todas sus complicaciones.
        Pero al borde del pozo
        conversando con las hormigas
        y sanando a los gusanitos de sus heridas
        hemos llorado como niños
        o como duendes
        hablando al corazón
        y a la vida
        como en ataúdes de la libertad y el sueño.
        Esa no es la felicidad de las heridas
        sino el puquio de nuestros ojos
        que ahora llenan los pozos
        de luta muerte otra vez a la vida.


El pan del arado

Dios
que a  veces te embriagas con el color de los frutos
y que nos castigas
con el abandono de muestro padre,
culpas al arado por el pan
cuando en cada salida del pie, al camino,
el sol es echo sombra
y nos arde la soledad
desde el árbol a nuestras manos.
Te alegras del dolor de nuestras lenguas
que en cada borde de nuestros labios
un cerco apilanconado
se enciende por el hambre de cuántos hijos
que innecesariamente tuviste
Ya vez Señor
cuando el viento
intenta cortar la piel del madero
la angustia de las lagartijas
empieza a exagerar la vida.
Señor
ni Dios, ni mi Padre
murieron ayer,
no recuerdo en qué arado
han hecho el surco
ni en qué recuerdo de mis hermanos,
los nunca míos,
los siempre nuestros
han hecho la alegría.
Gracias señor
por sentir el hambre desde el arado
y sentir el pan que esta muy seco
que a tientas pasa por tu garganta
como los pasos del abuelo.

2 comentarios:

  1. Me da mucho orgullo, sobre todo en el primer poema siento a Camporredondo,

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  2. Felicitaciones primo, Camporredondo presente en tus versos...

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