jueves, 14 de julio de 2011

Paolo Astorga / Perú



Paolo Astorga (Lima-Perú, 1987) Es estudiante de Educación en la especialidad de Literatura y Lengua Española de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle – “La Cantuta”. Es miembro fundador del grupo literario cantuteño “Letra en Llamas”. Fue Director y editor de la revista digital de creación literaria Remolinos (44 números publicados). Ha publicado los libros de poesía: Anatomía de un vacío, Sin llegar a lo invisible y De Lima a Chosica, y últimamente el poemario Detrás de las ventanas (Toro de Trapo Editores, 2011), así como innumerables plaquetas. Ha editado vía web la I antología digital de poesía “La Voz del Mundo” (2006) y la II Antología digital de poesía Una voz en el abismo (2007) las cuales reúnen en su conjunto a más de 50 poetas de diferentes lugares del planeta. Ha sido publicado en las antologías: Reflejos del Alma (Lima-Perú, 2005), Poetas Solidarios (Almería-España, 2007) y en Perú S. XXI. 60 poetas contemporáneos (Fundación Yacana, Lima-Perú, 2007), en la Primera Antología de Poesía “Catástasis 2008”, en Tránsito de fuego (Selección de jóvenes poetas latinoamericanos, edición bilingüe Español-Portugués, Caracas, 2009), Letra en llamas: Mitomanías (Ediciones Letra en llamas, 2010) y en el Dossier de poesía Cuervo Iluminado (Pájaros en los cables editores, 2010). Fue editor de la Editorial Electrónica Remolinos, la cual publicó más de 30 libros digitales de descarga gratuita a través de  Internet. En el 2006 y 2007 fue Finalista del II y III Premio Internacional de Poesía “Desiderio Macías Silva” y ganador del segundo lugar del III Concurso Internacional “Revista Hybrido” Modalidad Poesía. Dirige junto al poeta César Pineda Voz Efímera. Primera revista de poesía en audio del Perú. Actualmente dirige la revista literaria de alcance internacional Delirium Tremens. Su trabajo creativo se encuentra en revistas literarias tanto físicas como digitales.



LOS OSCUROS VELEROS RETORNARON AL CIELO Y A TI TE ABANDONARON



Él dejó sus huellas
enterradas en el fango, sintió sus manos vacías
y rumores sin retorno bajo el amanecer insolente de las quenas.

Dejó su cuerpo erguido como estatua,
su pecho carcomido por la lluvia,
su boca arrebatando el eslabón de los zafiros
y una cruz indeleble
que lo envolvió en el silencio esquivo
de flores arrastradas al barranco.

Sólo el océano mora por su indeleble pañuelo de sangre.
La espuma enrojecida entre sus devastados pómulos
que nos recuerda al cielo de un ojo distante,
las olas que centellean estruendos febriles,
la platinada luz encorvada
en su estómago que roza las piedras mientras ondula y se somete
como queriendo dislocar el paisaje violento,
labios vencidos en la desconsolada faz de la arena,
párpados
que ya no recorrerán este desierto
iluminado de escombros y piel abandonada.


De: Detrás de las ventanas (Toro de trapo editores, 2011)


EL OTOÑO SIGUE SU ESTRUENDO INTERMINABLE



Parques sin testigos, sueños sumergidos en el barro,
los niños comen pasto y extravío, suenan relojes en sus vientres,
la oquedad que destrona ventanas incendiadas,
luminosas rejas de lo eterno.

Atardece y llega a ti
un doloroso contorno como lágrima esquiva y oculta.
Es el sol humeante y las hojas pudriendo los nombres;
las escuetas canciones que han asesinado a las palomas.

Los niños han enterrado sus pálidos corazones
en un jardín de espinos.
Se miran a los ojos
expían sus flagelados rostros,
en sus manos
solo quedan los tácitos recuerdos de haber vencido a las palomas
pero nunca, nunca,
haber podido volar como ellas.

De: Detrás de las ventanas (Toro de trapo editores, 2011)





V




He clavado mi maniquí-fetiche-Beatriz sobre la cruz más violenta y aún no soy un redimido. Quién nos puede aprehender si nos vamos carcomiendo a pedazos. No tengo emblemas, no hay nada sobre la carretera acostumbrada al secuestro y a la desesperación. La verdad estalla como un transeúnte enterado de la brevedad de los días. La tragedia sigue su paso como un perfume apasionante. Ya no hay efecto. Alguna vez pensé todo el universo, pero ahora me arrastro cogiendo sus escombros entre la indiferencia devorando la evocación de los días y la intimidad de los árboles intentando un grito al unísono aún impúber, aún indescifrable. No somos nada, pero vamos a destruir la ciudad muy pronto y a reivindicar el señorío de un delirante rey ornitorrinco, vamos a plantar cemento sobre la infidelidad de las nucas, vamos a proclamar la victoria de los que murieron en la inseguridad de estar siempre sobre la lucidez y el remolino de cabezas cercenadas por el pasar sonriendo a mil espejos infames, pasar invicto y sin rasguño nuestro espíritu hacia la otra orilla, comer bastante, tenerlo todo y hacer del amor, una palabra que despierta el coraje, la cólera, la náusea de panteones vacíos. Ven conmigo oh imagen fronteriza de colores humanos, asfixiante ciénaga de parábolas verdes, de cantares rabiosos que se han extinguido entre retazos de mil estudiantes licuando sus cerebros sobre la fortuita desnudez de la luna purpúrea. Viene la tarde, osadía de pasos arrastrando un cadáver sin cabeza. He hundido sobre esta tierra pusilánime mi cetro de arcilla. Nadie me vio nacer, excepto la lluvia que constata una y otra vez el odio que se siente al pregonar a todo el mundo que uno escribe y no muere aún.

De: De Lima a Chosica (Ediciones Letra en llamas, 2010)



UNA MUJER MARRÓN AL ATARDECER



Qué desastre más grande andar con las piernas abiertas
y sangrarlo todo
mientras el sol atraviesa mis ojos y devela a los muertos rubios
que me lamen con violencia y soy presa de los semáforos
y las angostas calles que me han arruinado el maquillaje.
La calle está dura y me he salido aprisa de los bares
cogida de los brazos y de espaldas como una sombra que no existe.
Qué desastre, nunca fui la niña de cabellos dorados
y bonitas faldas recorriendo un parque tardío.
Oscuros batracios menean sus cuerpos como fingiendo tener sed
y me miran lo absurdo, lo extraño, la escena muriente de casas plateadas
y dolorosas cenicientas vomitando sus terribles esqueletos
mientras pasan riendo
después de haberse mirado en el espejo.
Abro los ojos, abro las manos, qué inútil soy,
mi boca grita, mis huellas gritan, mis pechos gritan,
una turba violenta se acerca a mí, me arrancan los ojos,
las manos, los pechos, está prohibido estar triste,
mientras pasas por aquí y no te incendias
y no te incendias
jamás como yo.



De: Sin llegar a lo invisible (Editorial electrónica Remolinos, 2008)



PASA RÁPIDO, LIMA

El recuerdo no es del viento que pasa, sino
del que viene

Carlos Oliva


Oscurece el tránsito en una pierna sudorosa
Los buitres sienten mi apellido
Nadie habla mientras agoniza el tiempo,
Como un cráneo que parte al más allá;
Y cumplo con la vida mordiendo cinturas espectrales
Esquinas tumefactas, hinchadas bestias tratando de asfixiar
Su cúpula infinita.
Ya sabes de mí, que corro tras el viento
Hipócrita sombra, dulce cangrejo inmolado de ambulancias
Sordera tras sordera
Yo he de fijar mi palabra en tu sien
Sordera tras sordera
Una bala, un viejo hueco en medio de la calle
Desnudará todos tus vacíos
Y seguirás soñando
Pródigo al asecho de los semáforos y los botes de basura
Muriendo, absorbiendo toda la niebla,
Absorbiendo el silencio de adolescentes engullidos
Por el despojo que domina un cráneo delirante
Seguirás soñando
Seguirás
Torpe, aún impenetrable.


De: Sin llegar a lo invisible (Editorial electrónica Remolinos, 2008)

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